El pasado miércoles, el gobierno de Javier Milei se anotó un doble triunfo en el Congreso argentino, en medio de la sombra de los acontecimientos violentos del 12 de marzo. Dentro del Congreso, los diputados apoyaron un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras afuera, miles de manifestantes bajo la consigna "por los jubilados" se desvanecieron en el caos, con solo unos pocos enfrentando las barricadas policiales.

Lo que se conoce como la "zona estéril" fue clave para el éxito de Milei. Varios cortes de ruta rodeaban el Congreso, con un cerco que mantenía a los manifestantes lejos de 2.000 efectivos de seguridad. A esto se le suma una táctica iniciada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que ofreció una recompensa de 10 millones de pesos argentinos para quienes denunciaran a cualquier provocador que causara disturbios.

En un claro ejemplo de restricciones informativas y control social, la administración distribuyó propaganda en las pantallas de las estaciones ferroviarias: "Protesta no es violencia. La Policía reprimirán todo atentado contra la República".

Pero, a diferencia de la jornada violenta de marzo, donde un fotógrafo resultó gravemente herido, esta vez la atención se centró más en el interior del Congreso, donde los gritos y la controversia dominaron el ambiente. En una sesión legislativa que se extendió por seis horas, Milei obtuvo la aprobación del decreto 179/2025, lo que le permitiría avanzar en sus negociaciones con el FMI, cuya tasa de interés se conoce de antemano: un 5,63% anual en dólares.

Los enfrentamientos verbales fueron protagonistas, con el kirchnerismo acusando a la oposición y a la casta política de manipulación y falta de ética. Los diputados no escatimaron en ataques personales, y el drama en el recinto se intensificó cuando datos filtrados mostraron a algunas figuras oficialistas pidiendo a su bloque que "hicieran quilombo".

A pesar de la tensión, el decreto se aprobó con 129 votos a favor, comparado con 108 en contra y seis abstenciones. Este respaldo incluye a aliados como el PRO y la Unión Cívica Radical. Sin embargo, todo parece indicar que el kirchnerismo y la izquierda se preparan para resistir esta arremetida con un arsenal retórico y mediático.

Mientras tanto, fuera del Congreso, los manifestantes pierden foco. Las pancartas que solían sostener en defensa de los jubilados se desvanecieron, dejando a muchos preguntándose sobre el futuro económico de los adultos mayores. En marzo, los jubilados recibieron un monto de 349,122 pesos argentinos con bonos incluidos, mientras que la canasta básica se elevaba a 1,200,523 pesos argentinos, un abismo que muchos comienzan a denunciar.

Al cerrar la jornada, el clima de convivencia mejoró notablemente, lo que llevó a Bullrich a celebrar la "victoria" en términos de control social. "Quedó claro que cuando no hay violencia, las Fuerzas de Seguridad garantizan el orden. Estamos construyendo una Argentina con paz, ley y orden", expresó la ministra. Sin embargo, muchos se preguntan: ¿qué precio tendrá esa paz, especialmente para quienes viven en la precariedad económica?

La historia de la lucha por los derechos de los jubilados no termina aquí, y se avecinan más manifestaciones si las condiciones no mejoran. ¿Estamos realmente construyendo un país donde todos tengan lugar, o solo estamos silenciando las voces discordantes?